martes, 31 de agosto de 2010

Gobierno y Administración de páginas webs colectivas

Internet es confianza. E Internet, está lleno de páginas webs de participación colectiva (comunidades, foros, agrupaciones, etc.), muchas de ellas erigidas en torno a un fin que comparten todos sus activistas. En muchos casos no son pocas las personas que conviven virtualmente dentro de un dominio concreto, pero suele ocurrir que el propietario es el administrador y dios absoluto de sus dominios digitales, con capacidad para banear a quien quiera o transformar el entorno... ¿cuál es la legitimidad del poder?

He tratado con muchas de esas comunidades cuando El Rugido trató de impulsar una reunión de los principales agentes de influencia del sector juvenil en la red. Casi todas se caracterizan por la existencia de un capo indiscutible en la cúspide de la organización, con capacidad para disponer a su antojo. No es fácil disponer regímenes distintos, pero hoy en día con los medios que existen no hay argumento alguno que sostenga tal sometimiento y despostismo descarado. No puede ser que haya un jeque que en su web haga lo que le da la gana y todo el mundo le baile el agua. Ello termina necesariamente derivando en escisiones, las cuales no dejan de ser difíciles por la carencia de medios y por la censura que se hace de su existencia, y que equivale a la muerte digital.

El Rugido ha tenido siempre mucho cuidado... Bueno, seamos sinceros, yo -y en mayor o menor medida quienes me han acompañado siempre- siempre he tenido mucho cuidado por velar que la estructura orgánica del periódico sea democrática, pero he de reconocer que las cosas no han ido a la perfección. No tardé en favorecer la aprobación de unos estatutos que limitaran las funciones que la inercia y los convencionalismos habían encomendado al cargo que entonces ostentaba. No obstante, recuerdo que aquella decisión fue la primera que me separó del grupo fundacional que, en el fondo, no dejaba de ser un grupo cerrado surgido a su vez de un conjunto más amplio pero igualmente seleccionado por un Programa de cuyo seno nació este programa. Aquellos Estatutos abrían poco a poco El Rugido a los demás, que es lo que actualmente es.

En El Rugido hemos perdido (o ganado, según se mire) muchísimo tiempo en debates institucionales. Los Estatutos llegaron a perfeccionarse en una Carta Constitucional y un entramado normativo y orgánico que garantizaban las elecciones anuales con rigor y un esfuerzo tal, que convirtieron en una batalla campal a la última pieza de la democratización de El Rugido: mi propia sucesión. Tratamos de favorecer un acuerdo, que dejó cada uno de los poderes rugidores en una facción distinta, pero que finalmente derivó en un enfrentamiento desde las instituciones que supuso la caída del modelo estatutario.

¿Qué alternativas existen?

- El absolutismo es la modalidad más extendida hoy por hoy, en la que un individuo posee la decisión última en todas las materias, sin perjuicio de que pueda o no delegar determinados aspectos.

- La oligarquía en este caso es un punto intermedio en que existe un panel de notables, parte de ellos designados por la población total de la página, que si bien no anula por completo la voluntad del administrador, si supone al menos un contrapeso.

- La democracia absoluta se ha probado en algunas ocasiones, aunque presenta el problema de las duplicidades y falsificaciones de identidad para lograr votos extras.

¿Y qué opino desde mi experiencia?

En primer lugar, en lo referente al régimen orgánico, hoy en día es imposible demostrar que una identidad ha sido clonada, pues basta un proxy para generar varias sin que sea viable o categórico recurrir a otras autenticaciones de identidad.

En ese sentido, parece lógico que el mejor sistema pudiera ser, descartado el sufragio universal, instituir una especie de sufragio ponderado, en que cada miembro de la comunidad tuviera un poder de decisión proporcional a su trabajo en la misma, de acuerdo con unas reglas determinadas.

¿Y cuál es el problema que anula este modelo supuestamente perfeccionista?

El mismo que afecta a las democracias estatales y que establece que ninguna democracia es perfecta: debe haber una junta electoral o tribunal único que tome las decisiones en materia de censos o de incidencias en el voto, y que -en el caso de Internet- controle además el poder del administrador durante el período electoral: ¿y cómo se regula este aspecto? En el futuro, apuesto a que se acudirá a la jurisdicción ordinaria. Entre tanto, y como he dicho, Internet es confianza.

lunes, 30 de agosto de 2010

La Ley de Servicios de Pago tranquiliza a los consumidores más exigentes en materia de seguridad bancaria

Hace unos meses, cuando fue aprobada por las Cortes Generales, recibió el rechazo de todos los sectores afectados: entidades, asociaciones de consumidores y comerciantes. Lo que yo quiero defender en este artículo es que esta Norma nos viene muy bien a los particulares, pese a quien pese.

En su articulado, limita la responsabilidad del ordenante de operaciones (al ejecutar una transferencia, instar un pago con una tarjeta de crédito) a un máximo de 150 € hasta el momento en que se denuncia el robo o extravío de sus credenciales ante la entidad emisora. Obviamente, esta limitación no es aplicable en casos de negligencia o dolo, lo cual siempre requiere una interpretación; pero al menos aleja el fantasma de que "de un golpe" puedan vaciarte la cuenta bancaria en su totalidad.

Hasta el momento, esta circunstancia venía recogida en el código de buena conducta del sector bancario europeo, pero no en una norma consistente. Es por ello que esta cláusula se fue incorporando poco a poco a algunos contratos entre entidades y clientes conforme éstos se iban renovando para cada producto; hasta que finalmente se ha traspuesto al ordenamiento jurídico español la correspondiente directiva europea.

Seguramente, esta garantía no será valorada por el conjunto del colectivo consumidor, para quienes asumir el riesgo que ahora se limita se había convertido en una práctica no discutida. ante la dificultad y poca probabilidad de sufrir un robo semejante. Me cuesta creer que en lugar de apreciar esta garantía, o en lugar de haber luchado por extenderla y reforzarla, reduciendo el margen interpretativo, el debate se haya quedado en las posibles comisiones a aplicar en los comercios por el pago con tarjeta; que en el fondo es algo que no debería extrañarnos demasiado.

Por otra parte, y sin duda alguna, la Banca estará más contenta con esta Ley por otros motivos, ya que -a estas alturas- a nadie se nos pasa por la cabeza la posibilidad de que el Estado pueda sacar adelante una Ley con la oposición activa de dicho sector.